Este edificio, situado en el centro de la ciudad, que comenzó a edificarse en 1493 y cuya obra no finalizó hasta 1517, posee una combinación de estilo gótico con elementos platerescos, renacentistas y moriscos. Más tarde, sería reparado y ampliado, dando lugar a una nueva fachada lateral. En 1929 es declarado Monumento Nacional y a partir de 1993 comienza a funcionar, entre otras cosas, como Biblioteca Pública del Estado, actual propietario del edificio desde 2005, año en que la Junta de Andalucía (antigüa dueña) la permuta por otro edificio. Con respecto a la elección de la fachada y su posible decoración se han dicho varias cosas. Por un lado, se sabe que fue el Doctor Rodrigo Arias, que la compró en torno a 1482, era canciller y caballero de Santiago, por lo que es lógico que, al estar tan unido a esta ciudad, decidiese que la decoración del edificio se compusiera de vieiras (su concha es la Venera, insignia de los peregrinos de Santiago) en su fachada. Otra razón a las conchas puede ser que su hija, Arias Maldonado, que acaba de contraer matrimonio con Juana, de la familia de los Pimentel, cuyos escudos están simbolizados por conchas. Así, se trataría de una muestra del amor que Don Rodrigo sentía por su esposa. Tras una serie de disputas por su propiedad, el palacio resistirá junto a unas trescientas setenta y tres conchas en su fachada. Hasta entonces, nadie había mencionado nada sobre la posibilidad de un tesoro bajo las vieiras. Las posibles teorías apuntan, por un lado, a que se trató de una farsa creada por los jesuitas, a los que Margarita de Austria les había cedido siete mil metros cuadrados justo en frente de la Casa de las Conchas para construir, a priori, la Clerecía de San Marcos y una de sus alas. Así, para poder observar perfectamente la magnificencia del nuevo edificio construído, que representaría para unos la paloma del Espíritu Santo y para otros el águila de los austrias, había que derruir la Casa de las Conchas. Y la mejor manera sería inventarse un bulo en torno a un posible tesoro escondido, lo cual motivaría los deseos codiciosos de la plebe de derribarlo hasta dar con esta fortuna. Lo único que sí es cierto es que la Compañía de Jesús tenía intención de comprar el palacio de las Conchas para derribarlo posteriormente. Ahí radicaría la leyenda de su posible tesoro, así como del modo en que los jesuitas quisieron efectuar el pago mediante la promesa de que pagarían una moneda de oro por cada concha, lo que se traduce en trescientas setenta y tres monedas, cantidad que finalmente no bastó para su compra. Por otro lado, existía una costumbre por la cual, a la hora de construir un nuevo edificio se ponía una moneda de oro en la construcción para atraer la buena suerte del edificio, por lo que no sería tan rara tal leyenda del tesoro. Posteriormente iría cayendo en abandono, seccionándose en espacios destinados a una carnicería, un bar, una pastelería o una hojalatería, hasta que comenzarían las obras de restauración. Así las cosas, la existencia de un tesoro bajo las vieiras de la Casa de las Conchas, es algo que posiblemente nunca llegaremos a saber
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